sábado, 19 de mayo de 2012

EXPRESIÓN CORPORAL

CAPÍTULO I: "LA RELAJACIÓN, UN ALMACÉN DE SENSACIONES"

 

Me gustaría comenzar a hablar de mi experiencia con mis alumnos/as en técnicas de relajación haciendo una breve reflexión de las causas que me llevaron a utilizar dichas técnicas en mis clases de Educación Física. Por desgracia, este mundo actual en el que vivimos tiende a arrastrarnos en una vorágine de prisa como si de un enorme remolino imparable se tratara. Muchas veces hacemos las cosas por inercia, o porque se nos dice, o simplemente porque sí, pero no reparamos en el porqué de dicha acción. En este sentido, los niños/as, con sus típicos cambios de humor y su impetuosidad, también son víctimas de la sociedad que nos ha tocado vivir. 
En general, el ritmo de vida fuera del aula es demasiado acelerado, no se reflexiona sobre las acciones que se hacen ni el proceso para  conseguir algo. Hacemos una cosa tras otra de forma automática, sin pensar. De la misma manera, los alumnos/as imitan su entorno, cayendo en la trampa, y por supuesto, a esto podríamos añadir otras circunstancias tanto personales como externas que influyen en ellos. En mis clases he observado que los alumnos/as tienden a reproducir los mismos esquemas de comportamiento dentro del aula, que previamente han aprendido en el exterior y que tienen muy interiorizados, basados en la prisa, la falta de reflexión y el llegar al objetivo sin importar como; aludiendo a la famosa sentencia de “importa el fin y no los medios para conseguirlo”.
En definitiva, me decidí a tomar cartas en el asunto e intentar poner mi granito de arena para mejorar la situación. Es sabido que cuando las personas, y por ende los alumnos/as, están sosegadas su rendimiento es mayor, teniendo así una mayor capacidad de concentración, prestando más atención a lo que hacen o se les diga que hagan. Según los expertos, hay una larga serie de beneficios comprobados. La relajación diaria reequilibra y fortalece a la persona, le brinda mayor energía psíquica ya que le permite descansar y recargar las pilas, y le aporta la tranquilidad para afrontar las decisiones y dificultades que se presentan con mayores garantías, sin la crispación de la tensión y los nervios. El axioma principal en esta práctica es el que relajarse puede convertirse en un hábito si se practica periódicamente. Al principio, puede parecer que no funciona pero, con el paso del tiempo, te das cuenta de que los verdaderos resultados aparecen con el paso del tiempo, cuando se practica de manera habitual. Por eso, es conveniente hacer estos ejercicios de relajación en el mayor número de clases posible.


    ¿Qué entendemos por relajación? La relajación es una técnica muy sencilla de aplicar que resulta de enorme ayuda en estados de tensión, nerviosismo o ansiedad que se presentan en numerosas situaciones de la vida, y que deben ser controladas ya que, de lo contrario, si no se reducen estas situaciones negativas, éstas pueden conducir al fracaso como, por ejemplo, en los nervios previos a un examen.
    La técnica más fácil y eficaz es procurar un descenso de la actividad física y mental, es decir, relajarse y olvidarse de lo que se estaba haciendo antes. Sobre todo, cuando tenemos clase después del recreo y los alumnos/as vienen pasados de vueltas. A mis alumnos/as suelo decirles que ya no están en el recreo, sino en clase. Intento que sean conscientes del cambio de situación y comiencen una nueva dinámica de actividad física y mental.  Existen diferentes formas de buscar la relajación con un mismo objetivo fundamental: permitir que los miembros del grupo-clase liberen tensiones al relajarse en pocos minutos. Un factor primordial es que el profesor/a, maestro/a u otro profesional a cargo de los alumnos/as que realice las técnicas de relajación utilice un tono de voz pausado, moderado, y que se tome todo su tiempo, sobre todo cuando se aplica por primera vez.     
 Un concepto clave en todo este entramado es el concepto de silencio. ¿Qué es el silencio? ¿Por qué nos interesa? Contrariamente a lo que muchos/as puedan pensar, el silencio no es estar callado. El silencio es la ausencia de pensamientos inútiles, desperdiciables, negativos, destructivos o, simplemente, perjudiciales si te desvían de tu objetivo primordial: en nuestro caso, aprender. Ciertamente, en nuestra sociedad actual hay poca cabida para el silencio. Hay demasiado ruido, entendido como esa serie de pensamientos inútiles, desperdiciables, negativos, etc. que nos impiden concentrarnos y lograr nuestros objetivos. Muchos de nuestros alumnos también sufren este mal y tienen dificultades para concentrarse en lo que deben hacer. Tienen, la mayoría de las veces, demasiadas distracciones. El silencio ya no es una costumbre, sino algo que escasea en demasía… sssssssssssssssss! A RELAJARSEEE… 

 

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